Florencia: una ciudad con alma

Si hablamos de la Toscana, una de las visitas que no deberían pasar en nuestra ruta sería la obligada a la ciudad de Florencia. Una de las más pobladas de la región que llegó a ser capital de Italia en la Unificación, entre 1865 y 1871.

Sin embargo, gran parte del patrimonio histórico y cultural que el viajero podrá disfrutar a su paso por esta ciudad, proviene de su época de mayor esplendor, durante la dinastía de los Medici.

¿Qué no debemos perdernos en este viaje?

Florencia es una ciudad para pasear y disfrutar con el color y el olor de sus calles. Sus plazas siempre tienen un rincón para acoger al viajero y ofrecerle un buen café en una de sus terrazas, o un helado de múltiples sabores que le parecerá descubrir por primera vez.

Catedral de Florencia
© Diorgi – Fotolia.com

Sin embargo, entre los lugares más característicos deberíamos marcar en nuestro mapa al menos tres: la piazza del Duomo, el Ponte Vecchio y la Piazza Michelangelo. Comenzaremos por la primera. Centro neurálgico de la vida en Florencia, la piazza del Duomo acoge la catedral y el campanile de Giotto.

Una iglesia de las que nos impactan por lo diferente que resulta. La imagen resulta como un cuadro recién pintado. La grandiosidad de la construcción nos sobrecogerá, pero no nos quedemos en eso y visitémosla por dentro, incluso si tienen fuerzas suban a la cúpula para disfrutar de frescos.

El Ponte Vecchio, el puente de piedra más antiguo de Europa, es el segundo enclave que debemos visitar. Sus tiendas y casas colgantes crean una imagen única de la que parece surgir oro puro. Y es que, desde que Fernando I ordenase cerrar los comercios de esa zona por el olor, las joyerías y los orfebres se han instaurado en este enclave, símbolo del romanticismo y del amor, por sus numerosos candados –colocados por parejas de enamorados- que recorren el puente.

Y en tercer lugar, la Piazza Michelangelo. Cruzando el río encontraremos uno de los mejores puntos para disfrutar de las vistas conjuntas de Florencia como ciudad. Es esta plaza, situada en un alto, lo que proporciona al visitante una fotografía única.

Sus tejados, el color de sus casas, las calles, la luz que va encendiéndose, el frente que recorre el río, es una instantánea que no debemos perdernos. Porque pocas veces podremos disfrutar de una ciudad con tanta alma y tanta luz como esta. Florencia es única y debemos aprovechar cada uno de los lugares que tiene para observarla y quedarnos con su magia atrapada en la retina.