Bédar es un antiguo pueblo minero, gracias a la explotación de los yacimientos de cobre y cinc, que cuenta con un interesante legado histórico. Desde siempre, el municipio de Bédar ha sido catalogado por muchos como “el Mojácar interior” debido a su gran belleza. Por su ubicación, en las estribaciones de la Sierra de los Filabres, puede ser considerado un destino inmejorable para los amantes del turismo rural que anden en búsqueda de pasar unos días de descanso.
El esplendor que tuvo la minería en esta localidad impulsó definitivamente su crecimiento industrial, a tal punto que en 1888 poseía el primer cable aéreo de la provincia, el más largo de Europa, que conectaba El Pinar con la Garrucha.
Al pasear por sus calles, estrechas y empinadas, es posible apreciar la influencia de la época musulmana.
El Castillico de los Moros es su principal yacimiento arqueológico. Está situado sobre una ladera y en torno a él giran diversas leyendas que hablan acerca de tesoros que se hallan ocultos en este lugar.
Recorriendo el casco urbano es posible visitar infinidad de sitios de inmenso atractivo, como es el caso de la Iglesia de Santa María de la Cabeza, la antigua mezquita de Serena y la Ermita de Santa María de la Cabeza, entre otros monumentos.
El viajero no debe pasar por alto la oportunidad de acercarse al mirador de la Plaza de San Gregorio, desde donde se obtiene una magnífica panorámica del paisaje serrano.
Con respecto a su gastronomía, destacan las moragas, el ajo “colorao” y la fritada de emperador, entre otros platos. Para acompañar esta exquisita comida se puede probar el bizcocho de dátiles como postre.
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