Peñíscola, popularmente conocida como la ciudad en el mar, se caracteriza por su casco urbano amurallado que le ha sido ganado al mar, representando una isla de belleza inigualable.
En la zona más elevada del peñón de Peñíscola se halla el castillo, que está rodeado por un conjunto de murallas erigidas en diferentes épocas y guarecen a la ciudad antigua.
Las fortificaciones medievales del casco antiguo fueron construidas entre los siglos XIII y XIV. El portal de “Sant Pere” tuvo el honor de ser, hasta bien entrado el siglo XVIII, el embarcadero para el Papa Luna. Aquí es posible apreciar un impactante conjunto de sillería que es conservado en perfecto estado y que mantiene el escudo del Papa Luna.
Subiendo desde el Portal de “Sant Pere”, nos toparemos con la Muralla de la Fuente, muro que fue construido entre los siglos XIV y XV y que culminaron en la Batería de Santa Ana. La fortificación, representa un ambicioso proyecto que iba desde el Parque de Artillería hasta el Portal de Sant Pere pero que finalmente no pudo completarse y debió ser interrumpido en donde hoy se conoce como el Baluarte de Santa María.
Los muros de sillería y las garitas vigías ubicados en cada una de las esquinas, transforman a esta ciudad mediterránea en un peñón único en su tipo, con un entorno natural de una belleza inusual.
Sin dudas, visitar Peñíscola significa retroceder en la historia y adentrarse en la era medieval renacentista. El Parque de Artillería, donde hoy funciona un parque botánico, es una de las obras de Antonelli donde mejor es posible apreciar la estrategia militar, dadas sus características defensivas.