Si hablamos de conocer lugares que tengan algo más, ese toque que diferencia a una provincia de otra y a un pequeño pueblo de otro, deberemos hablar y conocer Rubielos de Mora, provincia de Teruel. Un lugar que tiene título de villa desde 1366 y que cuenta con importantes monumentos que no dejarán indiferente al visitante.
Sin lugar a dudas, lo primero que evoca es ese aire medieval que deja huella. Y es que, su momento de mayor apogeo y gloria lo vivió en plena época del reinado de Pedro IV, prueba de ello es que conserva gran parte de los lienzos de sus murallas de aquel periodo, además de dos puertas monumentales que pueden servirnos de acceso.
Abrazos abiertos al viajero
El Portal de San Antonio y el del Carmen son esas dos puertas que servían de acceso a la ciudad antaño. Esos vestigios del pasado que dan a Rubielos de Mora un toque único que, no nos cabe duda, el turista sabrá apreciar. Además de estas dos puertas, nuestro paseo debe llevarnos a la Iglesia Parroquial, la ex colegiata de Santa María la Mayor.
Y es que, a pesar del nombre que podría dejarnos indiferentes, su tamaño es tal que podríamos considerarlo sin saberlo una catedral propia de una ciudad principal. Su estilo, no cabe duda, es barroco, pero lo más interesante es que desde este punto podemos realizar la mayor parte de los paseos para conocer el pueblo.
La razón, que se sitúa en pleno conjunto urbano intramuros. Si tiene dudas de dónde se localiza, alce la mirada, ya que su enorme campanario es fácilmente reconocible entre el resto de construcciones y casas que circundan la zona centro de Rubielos de Mora.
¿Qué más no debo perderme?
Los palacios y las casonas de aire medieval del pueblo son dignos de admirar en pleno paseo, muchas de ellas son de un estilo aragonés que recuerda a viejos palacios y que contrastan a su vez con algunas recientes construcciones y hoteles más modernos.
Sin embargo, a destacar, la Casa Consistorial. No nos dejemos llevar por un exterior sombrío y quizá carente de gracia. Si está accesible, le invitamos a entrar y contemplar la maravilla que encierra: una estructura columnaza con arcos rebajados que nos llevan a un auténtico patio renacentista. Digno de ver y de disfrutar.