La costa de Asturias resulta encantadora tanto en verano, por sus diversas playas, como en invierno, por ese aire con un dejo romántico que cautiva al visitante observar la inmensidad del mar desde la orilla. Pero tal vez no exista nada mejor que descubrir cada uno de los rincones de este destino privilegiado desde cada uno de sus magníficos miradores: un conjunto de atalayas que se encuentran suspendidas sobre el mar o, bien, asomadas a los Picos de Europa, por lo que ofrecen una perspectiva diferente.
Un amplio litoral y con una interesante cantidad de atractivos naturales, transforman a la costa asturiana en un edén para los amantes del mar y la montaña. Realizando una ruta que recorre aproximadamente 100 km entre el oeste de Cudillero y el este de Arriondas, es posible descubrir un inmenso número de miradores que invitan a asomarse al paisaje.
Comenzamos la ruta por Cudillero, un pintoresco y típico pueblo marinero, de calles angostas y con casas colgantes como sello distintivo. Aquí se recomienda visitar el Palacio de Selgas, construido en las postrimerías del siglo XIX. Cerca de Cudillero se alza el Cabo Vidio, acantilado de unos 80 metros de alto desde el cual es posible apreciar la silueta de la Estaca de Bares, así como la desembocadura del río Nalón. Para obervar mejor la ría que forma se sugiere hacerlo desde el mirador del Espíritu Santo, situado entre los municipios de San Esteban de Pravia y Muros del Nalón. Es precisamente allú donde tiene su inicio una magnífica senda peatonal costera, que conduce por un camino apropiadamente señalizado hacia Playa Aguilar. El paseo continúa hasta la barra de San Esteban, desde donde puede contemplarse el vaivén de pesqueros donde desemboca el río Nalón en el mar.
En dirección al este, continuamos rumbo al Cabo Peñas, muro natural coronado por un sensacional faro, actualmente convertido en Centro de Interpretación Marítima que informa sobre la biodiversidad de la zona.
Retomamos el camino y pasamos por Villaviciosa, localidad de gran tradición minera que actualmente sobresale por sus coloridas casas ubicadas en forma escalonada.
El recorrido culmina en el Mirador de San Roque, en Lastres, que nos anticipa de algún modo lo que veremos luego en el Mirador del Fito, en Arriendas. Desde ambas atalayas pueden divisarse los Picos de Europa durante los días claros.