El glamour y el lujo de visitar Mónaco

Si pensamos en una ciudad cara, con lujos y con glamour, es posible que entre las cinco que vengan a nuestra cabeza una de ellas, para todos nosotros, sea Mónaco. Cercano a la frontera italiana y a la fabulosa Costa Azul, es la segunda región más pequeña del mundo, después del Vaticano.

Es conocida por su alto tren de vida en la actualidad, sin embargo, hace años era tan sólo una base naval para los franceses y un puerto por el cual circulaban las mercancías llegadas por el Mar Mediterráneo. Hoy el turismo es una de sus principales fuentes de ingresos, atraídos por su clima y por las oportunidades de diversión que ofrecen sus múltiples casinos.

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Qué ver si visitamos el Principado de Mónaco

Sin lugar a dudas, uno de los lugares más mágicos que vamos a encontrar en Mónaco es su Puerto de Montecarlo. Una ciudad símbolo de lujo y riqueza, a pesar de su escaso tamaño. En él disfrutaremos de unas vistas espectaculares y también de yates y coches de ensueño, no aptos para casi ningún bolsillo.

En nuestro paseo, deberemos tener el tiempo suficiente para detenernos en la Catedral de San Nicolás. Cercana al Palacio de los Príncipes, encontramos este centro de oración creado en 1875, sobre la primera iglesia parroquial que existía en la ciudad desde el siglo XIII.

Seguiremos hacia otra parada obligatoria, el Palacio de Grimaldi, cuyos orígenes se remontan al año 1200. Una fortaleza descomunal, visible desde muchos lugares de la ciudad, compuesta de cuatro torres de ocho metros cada una. Sus salones y lámparas de cristal, harán las delicias de todos los visitantes que se adentren a explorarlo.

Diversión nocturna asegurada

Los casinos son algo que nos recuerda a Las Vegas, pero en Mónaco tenemos un lugar en el que pasarlo bien y disfrutar. Se trata de la Plaza del Casino de Montecarlo. Un lugar en el que podremos realizar nuestras apuestas más audaces, además de poder ambientarlo para todo tipo de eventos privados, eso sí, pasando por caja primero.

Y es que, sus jardines con fuentes y terrazas, recordando el más puro estilo afrancesado, cautiva a muchas parejas, incluso, para sus fotos de boda. Con encanto tanto en un día nublado como con sol.

Además, podemos pasar por la Ópera de Montecarlo que puede tener algún espectáculo en donde, además de disfrutar de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad podremos vivir una experiencia única con un evento cultural, que contribuya a nuestra experiencia.