La costa de Almería, en el litoral andaluz, se caracteriza por la existencia de un gran número de acantilados, donde se han asentado atractivas poblaciones de casas encaladas dispuestas de cara al mar, como es el caso de Agua Amarga, sitio tranquilo si los hay.
Se trata de un antiguo pueblo de pescadores, cuyo cálido ambiente se mantiene vigente. Así, podemos apreciar el encanto de la arquitectura popular, que destaca por sus casas de fachadas blancas que se confunden con la claridad de sus aguas.
A pesar de que se ha convertido en un destino bastante concurrido por los turistas, en este lugar es posible dar un paseo por recoletas calas y playas de gran belleza, que se suceden unas a otras, sin tener que preocuparse del reloj. Podemos concurrir a la playa del Plomo, de fina arena y grava, a la cual se accede en coche a través de la rambla que lleva el mismo nombre. Inclusive, podemos optar por ir a la playa de los Muertos que, al margen del nombre, ofrece al viajero un espacio de franco sosiego que resulta perfecto para distenderse y pasar buenos momentos lejos de la rutina de las grandes ciudades.
Tanto Agua Amarga como las localidades vecinas de Carboneras, San José o Las Negras, fueron testigos de las diferentes culturas y modos de vida que han formado parte de la historia de estas tierras. Un buen ejemplo de ello es una antigua fortaleza, de la que hoy sólo se conservan sus restos, que en sus tiempos de esplendor seguramente fue majestuosa.
El viaje a Agua Amarga es una grata experiencia, no sólo por la magia del mar sino por el sosiego que aquí reina.
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