En la zona accidental del Principado de Asturias acapara nuestra atención el curso del río Navía, el cual integra un paisaje maravilloso de naturaleza desbordante. Valles, montañas, zonas boscosas y barrancos conforman el espacio perfecto para el turismo aventura, con múltiples propuestas de excursiones y actividades al aire libre.
También, como alternativa se pueden conocer los vestigios de antiguos asentamientos que se alzan en la margen izquierda del Navía. Mientras que en sentido contrario podemos visitar el Aula de la naturaleza de Villalón.
Otros lugares donde es interesante realizar una parada son la Cova del Demo con sus pinturas rupestres, el castro del Chao San Martín y el museo etnográfico de Grandas.
Aquellos que viajen en familia, pueden combinar sin problema alguno las actividades con los niños, ya que hay un servicio de guardería activa en la que los pequeños llevan a cabo diversas actividades de acuerdo a su edad mientras los padres dan un paseo por la zona.
La expedición al río Navía constituye una auténtica aventura, en la que recorreremos todo su cauce en diferentes etapas. Así, por ejemplo, lograremos descubrir el encanto natural del entorno durante los días de navegación en canoa, accediendo a rincones recónditos, a los que de otra manera no podríamos llegar. Lo que más llama la atención de este imponente paraje, son las estructuras naturales permanentes que se han formado por la conjunción de la piedra y la madera y que persisten con el paso del tiempo.
Cada actividad comporta el hallazgo de las costumbres ancestrales de la gente de la zona, con sus leyendas e historias que le dan un tinte especial a nuestro viaje.
Esta aventura nos llevará por los rincones de mayor belleza de la geografía asturiana, que incluyen pueblos de gran historia y un paisaje realmente conmovedor. Todo esto es amenizado por las delicias que pueden degustarse de sus fogones.
Durante la excursión no podemos resistirnos a recoger las Piedras de la Suerte (Quiastolitas), para lo cual debemos acercarnos hasta la Cueva del Demonio, en los alrededores del río Urubio. Es preciso señalar que estas piedras, eran usadas por los peregrinos del Camino de Santiago como una sierte de amuletos y elementos de veneración pagana para ahuyentar la tentación del diablo y el “mal francés”.
La estancia en este bello medio natural configura, con certeza, una grata experiencia para el viajero.