A tan solo 50 kilómetros al sur de Madrid, rodeada por los ríos Tajo y Jarama, se halla la localidad de Aranjuez, una ciudad que tiene el honor de haber recibido el título de “sitio real” concedido por Felipe II hace aproximadamente 500 años, ya que Aranjuez ha sido durante siglos residencia de los monarcas españoles. De ahí deviene su arquitectura palaciega, además de sus bosques y jardines.
El principal monumento de la ciudad es, desde ya, el Palacio Real, el cual se comenzó a construir en el transcurso del siglo XVI y fue modelado a lo largo de los años por arquitectos de gran renombre. En su interior son conservados deslumbrantes tesoros, como relojes, porcelanas y pinturas.
Otro de los mayores símbolos de Aranjuez son, sin dudas, sus jardines, situados todos en los alrededores del palacio. De ese modo, encontramos el Jardín del Parterre, que sobresale por las elegantes esculturas de sus fuentes, el Jardín de la Isla, a orillas del río Tajo, y el Jardín del Príncipe, que presenta un estilo afrancesado y gótico, entre otros.
Al mismo tiempo, vale la pena conocer interesantes monumentos como la Fuente de la Mariblanca, el Teatro Real, la Casa de Oficios y el Mercado de Abastos, además de otros palacios, como los de Osuna, Medinaceli o Godoy.
Algo excepcional es, por cierto, visitar esta ciudad durante los primeros días de septiembre, que es cuando se lleva a cabo la celebración de las Fiestas del Motín, realizándose representaciones del asalto al Palacio de Godoy, así como encierros, corridas de toros y presentaciones musicales.
Además de sus palacios y monumentos, Aranjuez es muy popular por sus deliciosos fresones. Los campos de cultivo pueden ser visitados viajando a bordo del Tren del Fresón, el cual realiza un recorrido turístico a través de los campos que circundan la villa.
Si de gastronomía se trata, una de las especialidades de la ciudad son los platos de caza, a base de faisanes, perdices y codornices.
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