La localidad francesa de Toulouse, configurada por el mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, presenta un importante patrimonio cultural que se conjuga con el arte, heredado de sus 2000 años de historia.
La ciudad rosa, tal como se la conoce, posee bellas construcciones de ladrillos y tejas, constituyendo una arquitectónica tradicional propia de las ciudades y pueblos que conforman la región Midi-Pyrénées. Dicha denominación, deviene del efecto que puede observarse al reflejarse la luz en los ladrillos de las edificaciones, que tornan el ambiente suave y agradable.
De paso por el centro histórico, vale la pena recorrer las orillas del Garona y del Canal du Midi, o realizar una parada en uno de los tantos bares que disponen de terrazas en las plazas.
Entre su patrimonio, marcado por su vasta historia, sobresale la basílica Saint-Sernin, la perla del arte románico de los siglos XI y XII, que alberga la sepultura de San Saturnino, quien fuera el primer obispo de Toulouse durante el siglo III. Al tiempo que el conjunto conventual de los Jacobins, de arquitectura gótica meridional, llama la atención por su singular palmera, el cual consiste en un pilar que cuenta con veintidós ramificaciones.
En pleno centro del barrio de los anticuarios, la catedral Saint Etienne es un claro ejemplo de la evolución que han sufrido los diversos estilos de arquitectura sagrada. En la misma zona, es posible toparse con numerosos hoteles que poseen características particulares del Renacimiento, como el hotel de Bernuy, hotel d’Assézat, y el hotel de Pierre, por mencionar solo algunos. Por supuesto, no se debe dejar de lado efectuar un paseo por el Capitolio, actual ayuntamiento, con sus salas históricas y su plaza principal que luce una cruz occitana.
Si de arte se trata, es aconsejable visitar la galería del Château d’eau, el museo des Abattoirs y el Bazacle, todos ellos de gran interés.
Con todo esto, podemos afirmar que Toulouse es el destino soñado, que le deparará una estadía llena de placer. ¿Le cabe alguna duda?
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